¿Has vuelto a casa con la voz cansada después de un gran día de trabajo?
Las afecciones a la garganta son comunes en los docentes: estar frente a un curso de 25-35 alumnos, sin la acústica adecuada (y muchas veces sin la temperatura y humedad adecuada) hace que la garganta se estrese y la voz se vea afectada.
Puede que tengas disfonía por unos días, pero lo peor del caso no es el problema inmediato, sino las enfermedades que se generan con el tiempo: nódulos en la garganta, por ejemplo.
Lo mejor que podés hacer para evitar estos malestares, es tomar hábitos adecuados para cuidar tu salud. Te cuento algunos tips e ideas acá debajo:
No más “ejem, ejem”
Evitá toser o aclarar la voz cuando sientas tu garganta afectada: esto la irrita y causa daños. En cambio, podés bostezar para relajar o hacer como si tragaras. Esto ayudará a calienta la garganta y la prepara para arrancar el día. Se usa mucho en teatro como calentamiento rápido.
El agua es tu gran aliada
Tomá agua a menudo. Una botellita con agua es una herramienta imprescindible para tu kit de trabajo. Mantendrá tu garganta hidratada, pudiendo hablar sin problemas de sequedad.
Hábitos a evitar
No creo que valga la pena decirte que fumar daña tu garganta: estoy segurísima que ya lo sabés. Pero también pueden ser perjudiciales el café, el té y el mate. En todos los casos, siempre será preferible agua o alguna otra infusión que no tenga cafeína, teína o mateína.
Con esto no quiero decir que te prohíbas estas bebidas. Sólo es moderarte. Un café por día está bien. Una media hora de mate también. Pero los excesos dañan tu voz.
Ambiente silencioso, garganta contenta
El bullicio es un clásico del aula. Ya quedan cada vez menos ambientes (incluso en los terciarios y universitarios) donde no vuela ni una mosca en clase. Así que captar la atención y llamar al silencio se ha vuelto en un hábito común.
Pero no es necesario empezar a hablar cada vez más fuerte y por supuesto que no lo es gritar. Podés tener un código de palmas con tus alumnos, llamar la atención con un instrumentos o gestos, o incluso simplemente cambiando la entonación de la voz.
También hacer un silencio puede ser una buena forma de llamar la atención y generará más silencio. Así, evitarás forzar la voz
Ambay en ayuno
Un buen té de ambay con miel, en ayunas, relaja y cuida la garganta. Es un pequeño hábito que podés ir adquiriendo de a poco. Si ya tenés una de nuestras agendas para docentes, podés usar la sección mensual “Hábitos por crear/soltar”, para implementar este pequeño hábito en tu rutina y que sea más motivador.
Espero comiences a poner en práctica algunos (o todos, pero no voy a ponerme en exigente) de estos tips. Estoy segura que si lo hacés, notarás el cambio y tu garganta te estará más que agradecida.
Ahora, es tu turno
¿Te han servido estos consejos? ¿Qué otras formas conocés de cuidar tu voz? Espero tus comentarios justo aquí debajo.
Abrazo, Gisela